Una vez amasado el barro, se pone en el torno para darle forma. Las piezas que se fabrican son las de siempre, piezas tradicionales. Una vez torneadas y ligeramente endurecidas, se les da un pequeño toque con un «piedra de mar», el llamado bruñido. Terminado este proceso ya están listas para ir al horno y apiladas unas sobre otras se cuecen en un horno de leña; una vez cocidas se tapa el horno para que no respire y el humo de las leñas es lo que le da el color negro de las piezas.